domingo, 24 de abril de 2011

Las causas de Borges, mis silencios, tus palabras, nuestro encuentro. Nuestro tiempo, la eternidad, tus ojos.

El amor a primera vista de Szymborska, mis inseguridades, tus atrevimientos, nuestro refugio. Nuestro universo, lo infinito, tus besos.

La patria de López Velarde, mis certezas, tus decisiones, nuestro presente. Nuestro origen, el destino, tus abrazos.

La vida, mi nada, tu todo, nosotros. Tú.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Crónica del concierto de Roger Waters, The Wall pte. 1

Preámbulo y empezamos.

Desde hace siete meses se anunció la fecha prometida, Roger Waters estaba dispuesto a realizar una gira y llevar a escena The Wall después de treinta años, The Wall es mucho más que un disco emblemático del siglo XX de la legendaria banda de rock progresivo Pink Floyd, es un concepto complejo, amplio y a la vez concreto que aborda temas políticos, realidades psicológicas, aspectos sociológicos, cuestiones personales del compositor y muchas otras cosas, la fecha para nosotros, los nacidos en la tierra limítrofe al muro americano era el 18 de diciembre en el distrito federal, algunos aguardamos para ver si asistiría a Monterrey, sin embargo los requisitos técnicos que solicitaba el espectáculo en relación a la cantidad de personas para presenciarlo no hacían eso posible en ningún otro lugar del país más que en el palacio de los deportes (también conocido como el palacio de los rebotes, por su pésima calidad acústica), pero que importaba si además de pagar más de cinco mil pesos por el boleto, había que trasladarse a la capital del país, ¡era de nueva cuenta Roger Waters! Era tiempo de ser testigos de un concepto operístico musical adecuando a los tiempo en que vivimos. Y además con un espectáculo totalmente rediseñado para desarrollar mi disco favorito.

Puedo decir que Pink Floyd es el único grupo de música en un idioma distinto al español del cual me considero fanático, tuve la oportunidad de ver a Roger Waters en mi ciudad natal en marzo del 2007 junto a uno de mis mejores amigos, Adrián Rodríguez. El entorno perfecto, el estadio donde juega el equipo del cual soy fan pletórico de euforia, fuego en el escenario, la luna llena en el cielo, un marrano de plástico navegando por los aires, la interpretación completa del “dark side”, un prisma gigante sobre nosotros, cerveza, amigos, todo, todo, pero todo se dispuso para hacer de esa noche una de las mejores de mi vida. Recuerdo salir y comentarle a Adrián que a pesar de lo vivido, para mi era un día triste pues estaba seguro que nunca volvería a presenciar algo de esas magnitudes. Adrián tan atento como siempre, me ignoró.

Como bien menciono líneas arriba El disco de The Wall lanzado en 1979 además de tener una impecable y soberbia calidad musical, el contenido político, sociológico y psicológico del mismo lo va catapultando como una obra maestra que permanece actual ante los tiempos que lamentablemente se siguen y se seguirán eternamente presentando. A esto hay que sumar la gran cantidad de proyecciones que uno como simple mortal encuentra en aspectos de diversas canciones.

En fin, esto ya parece un ensayo de Pink Floyd y The Wall y la actualidad cuando debería ser la reseña de un concierto, trataré de no desviarme más de lo que acostumbro.

Llegué al recinto con dos horas de anticipación, dos horas que se transformaron en 40 minutos antes de la primera canción que calculé perfectamente para perderme adrede en el metro tomando la ruta contraria hacia la estación Velódromo y también para buscar de manera fallida algo de comer. Con el tiempo en mi contra, (como siempre) pasé de manera rápida por un tianguis que servía de antesala al palacio de los deportes, en el mismo estoy seguro podría encontrar al mismísimo Roger Waters en venta, así como también una versión artesanal del mismo (desconozco a que se refieran tantos vendedores anunciando productos con dicho adjetivo), desde camisetas, blusas, chamarras, encendedores, vaso tequilero, calcomanías, discos, pósters, plumas hasta encendedores artesanales, vasos tequileros artesanales, pósters gigantes, overoles, ceniceros, lentes de sol, el dvd del concierto que estaba por presenciar (¿también venderán maquinas del tiempo?), cojines, plumas artesanales, la discografía en un usb y más muchísimo más… olvidaba comentar a cada artículo recién mencionado hay que agregar el adjetivo pirata.

Corriendo sin detenerme, busqué la puerta seis y en ese momento recordé que comparto gustos musicales con uno de mis escritores favoritos: Juan Villoro, por lo que sabía que ese día era el indicado para conocerlo, de hecho ya hasta tenía en mente como lo iba abordar, por lo que me lamenté mentalmente: ¡chingado!, tal vez estaba comprando una pluma artesanal en el tianguis y ni siquiera me percaté. Entonces a partir de ese momento decidí abrir bien los ojos y fijarme en los rostros de aquellos que tuvieran barba de piocha, con un semblante parecido al literato.

Después de la revisión, un túnel me dirigió exactamente hacia el puesto de souvenirs oficiales, ahí simplemente me detuve y no resistí la tentación de comprarme la camiseta oficial del concierto, decidí no ponérmela pues el clima me pareció agradable, entonces me la eché al hombro.

Ya más relajado al ver que disponía todavía de mas o menos media hora para encontrar mi lugar, decidí comprarme una cerveza doble para afinar la garganta, en la antesala del recinto se colocaron varios asientos y stands de diversos patrocinadores que hacían de ese especio un tipo de antro bastante agradable para platicar. Tomé asiento en uno de esos sillones y me percaté de la gran diversidad de edades con la cual estaba compartiendo la experiencia, señores y señoras de cabello blanco o simplemente sin cabello, hasta niños y niñas corriendo y saltando por donde compartíamos el trago. Al ver el fondo de mi vaso y sin haber cenado, ponderé… o invierto en la segunda ronda para terminar de afinar mi garganta o me compro algo de cenar. La decisión fue el empate. Terminé de cenar y mi cerveza en esa área y entré a donde se llevaría a cabo el espectáculo. Por cierto, para esas alturas de la noche, ya había visto a dos villoros, tres diputados federales, un director de cine, un tío y dos amigos y hasta el mismísimo Carlos Monsivaís, obviamente ninguno de todos los antes mencionados era en realidad.

Ocupé mi asiento, fila B, asiento 15, del lado derecho del escenario, a pesar de que los lugares eran de los más caros, es fácil advertir que para presenciar de manera completa el espectáculo uno debería colocarse al frente y tal vez hasta en medio del recinto, sin embargo la cercanía con la persona deseada siempre y a todo momento hace emocionarte y olvidarte de las sensaciones.

Compré otro par de cervezas para estar preparado en caso de que desafinara mi voz, ocupé mi localidad y el palacio se encontraba repleto, a mi lado dos gays de mas o menos treinta años de edad, del otro una solitaria mujer de avanzada edad, atrás de mi un padre con su hijo, adelante una pareja de hipsters, no estaba Villoro. Buenas noches, que dicen esto, que dicen lo otro, ya saben small talks con la cofradía, simplemente para atenuar y a la vez aumentar la emoción. De fondo se dejaban escuchar rolas de Dylan y de Lennon y pues si algo me parece fascinante de los defeños es su increible capacidad para hacer escándalo, entonces los ánimos y las emociones se encontraban al máximo al entonar las estrofas de rolas de los ídolos de ayer y ahora y de mañana.

Sobre el escenario, justo en el centro se vislumbraba un maniquí con unos lentes y una gabardina, detrás del mismo todos los instrumentos de la banda, una pantalla circular encima del maniquí y tanto del lado izquierdo como del derecho los ladrillos que conforme se fuera desarrollando el concierto irían cubriendo por completo el escenario hasta dejar a los músicos detrás del muro de ladrillos.

De repente un tipo vaquero de estilo pordiosero ronda por los pasillos con un carrito de supermercado, un policía detrás de él intenta reprimir su pancarta que sostiene con una leyenda, que no alcanzo a visualizar, me subo a la silla y aprovecho para buscar a Villoro, logro ver el contenido del anuncio: NECESITO DINERO PARA REGRESAR. Todos nos unimos y le gritamos al policía el típico insulto mexicano para recordar que el abuso de poder es un signo de cobardía, suena al unísono el: culeeeeeeero, culeeeeeeero, el andrajoso personaje no claudica en su intento de hacerse notar, y esquivando al policía se coloca enfrente del escenario en señal de triunfo. En ese momento se escucha una voz en inglés que nos pide de favor no tomar fotografías con flash, acatamos la oren aproximadamente cinco segundos. Y después de la advertencia nos invita a disfrutar el concierto. Luces tenues. Se enciende un reflector sobre el pordiosero y avienta un muñeco que tenía en el carrito de súper al escenario y todo quede a oscuras.

Estallidos color rojo, detonaciones musicales en do, la pantalla en forma de círculo muestra un símbolo bien conocido por nosotros: un par de martillos cruzados y al fondo los colores rojiblancos, el muro de los lados proyecta cartelones políticos y algunas consignas, siete escoltas con una bandera con el símbolo de los martillos aparecen en el escenario y empiezan a elevarse por los aires por medio de una estructura que los coloca varios metros más arriba del piso. Estamos impactados, los cohetes siguen explotando y en eso aparece el motivo que nos congrega: jeans y camiseta negra, tenis blancos, más vivo que la vez pasada, menos formal, con las mismas expresiones de siempre y sin saludar se coloca al lado del maniquí, se coloca la gabardina, se da una vuelta, agita su cabello todavía más brillante por el resplandor de las explosiones, ahora los lentes, levanta los brazos, nos ve y nos saluda con una sonrisa. Ahí lo que explota somos nosotros y empezamos todos juntos a entonar, “in the flesh?” a cada acorde se lanzan más fuegos artificiales y en lo alto los guardias ondean las banderas, termina la canción y empieza a arder el escenario, las chispas saltan tanto de arriba como de debajo de donde se encuentran los músicos, en eso se escucha detrás de nosotros la turbina de un avión que nos hace voltear y percatarnos que efectivamente un avión se enfila directito hacia la pared que se encuentra de mi lado, el avíon se estrella contra la misma, derrumbando unos ladrillos gigantes que caen hasta el piso y generando una explosión de sorprendente magnitud.

Demasiado para los primeros cuatro minutos. No sabemos a donde voltear ahora, permanece el palacio a oscuras y todos sin aliento tratando de asimilar todo lo que pasó. Ahí nos percatamos que con los minutos que hemos vivido, la experiencia ya valió la pena.

lunes, 25 de octubre de 2010

Ególatra

Comentaba en la tarde que las acciones buenas nunca (ahí voy a generalizar otra vez) son desinteresadas. Que hay gente falsa e hipócrita que las hace por recibir reconocimiento y admiración, sí. Pero no me refiero a esas personas, ni quiero decir que todos sean de ese estilo.

Lo que quiero decir es que cuando haces una cosa buena, te queda la satisfacción de haberlo hecho. De entrada, ahí hay una recompensa. No se siente lo mismo cuando te lo agradecen con una sonrisa en el rostro, con los ojos humedecidos... a que simplemente te volteen la cara y no te digan nada. Niéguenme que en la segunda situación uno no se sulfura un poco y dice, "Pues chingatumadre... éso me saco por andar de buena gente."

Entonces... ¿es nada más por esa recompensa? Tampoco. En esta vida hay demasiadas cadenas, el chiste es escogerla y no que nos sea impuesta. Si creemos en la vida después de la muerte como premio al buen comportamiento, es una cadena. Y de alguna manera, el miedo al "fuego eterno" nos lleva a evitar las malas acciones y buscar hacer el bien como una manera de asegurarnos nuestra estadía en el hotel 5 estrellas que sería el Cielo. No sé ustedes, pero yo no le veo el mismo mérito el hacer las cosas por bondad natural a hacerlas por el temor al castigo.

Todo ésto lo pensé porque creo que el publicitar nuestras buenas acciones en redes sociales les resta valor. Si voy a África, Durango, Zacatecas, Linares, o a la Coyotera a hacer algo de labor social/apostólica/evangélica... chido, bien por la raza que lo hace. Yo en lo personal siento que el andar publicitando esas cosas más que inspirar a la gente a "seguir nuestros pasos" es inspirar a esta gente a que digan "mira, qué buena gente es." Quid pro quo, no es de a gratis ni es desinteresado.

Habrá quien defienda estas actitudes como promoción, como inspirar mediante el ejemplo. Sí sí, las palabras convencen pero el testimonio arrastra. Y sí, yo creo que arrastra todavía más cuando NO se busca dar ese testimonio. No inspira lo mismo un Bono mediatizado que una Madre Teresa que su testimonio se propagó sin buscarlo.

No estoy de acuerdo, pero creo que es inevitable. Yo, que muchas veces soy el juez más crítico conmigo mismo y con los demás, creo que no hay alternativa.

Por ejemplo... Si no me importara a mi lo que la demás gente piensa de mi, no me expondría. Si no quisiera que la demás gente supiera lo que pienso, no lo expondría. Si de verdad no me importara tener 5 seguidores en Twitter o que nadie supiera de mi blog, a nadie le diría ni lo pondría en ningún lado. Borraría los rastros, escondería las huellas... o escribiría en un archivo de Word.

Al final del día, escribo para que me lean. Y así todos, hacemos las cosas para que nos vean. Nadie disfruta pasar desapercibido, por más que lo juren. Queremos ser admirados, queremos ser respetados, queremos cercanía.

lunes, 4 de octubre de 2010

Coincidencias

Hoy me pasó algo chistoso.

Tengo tiempo de haberle platicado a mi novia que sigo un blog (www.poraquiteveo.blogspot.com), de un adulto joven regiomontano llamado Eugenio. Llegué a él como llego a casi todas las cosas, por accidente. Pero a diferencia de otros accidentes, éste lo convertí en una decisión y en algo relativamente constante. Leyéndolo de una manera asidua, empecé a conocer cosas de él y conocerlo... lo poco o mucho que se puede conocer a una persona solamente por su manera de escribir y lo que decide compartir de él por escrito.

Sé por ejemplo que escribía en Magazzine de El Norte, y por éso ha viajado y entrevistado a diferentes celebridades. Sé que estudió en el Instituto Regiomontano (donde yo también estudié). Sé que fue de los primeros niños en vivir en Colinas de San Jerónimo (donde yo vivo desde hace muchos años). Sé que estudió en la UdeM la carrera de Comunicaciones (yo no estudié éso, bendito Dios). Sé que está casado y de su esposa sé que le dicen y le dice "La Maga".

Sé que su hijo Mateo es su adoración, es travieso, ocurrente, de pelo rubio largo y ojos claros. Sé que es un papá dedicado, un esposo enamorado y que a su edad sigue teniendo muchísimas dudas sobre la vida, su destino y cómo llegar a él. Que es un regiomontano enamorado de su Ciudad pero triste por la situación actual. Que le gusta caminar, que tiene sentido del humor y que piensa demasiado las cosas.

En fin, sin haberlo visto una sola vez en mi vida, creo que lo conozco más que a muchas personas con las que se puede convivir día a día en la escuela, trabajo, etc. Ésto porque él ha decidido ser transparente, mientras que regularmente, todos evitamos divulgar inquietudes, alegrías, preocupaciones, temores SINCEROS. Llenamos nuestros minutos de conversaciones banales, chatas, sin fondo. Evitamos la verdad verdadera, por el temor a vernos expuestos y vulnerables.

Entiendo cómo hablando de uno sin un público familiarizado con el escritor se puede explorar esa sinceridad tan despreocupadamente. Es más fácil, además de que por escrito siempre es más fácil utilizar las palabras. Si no te gusta cómo salió un pensamiento, lo borras y listo. Siempre existe la posibilidad de volverlo a escribir.

Entonces hoy estaba en la Kermesse de la parroquia. Estaba con mi novia esperando a mis primos y hermanos para que bajaran de un juego mecánico. No sé qué estaba haciendo o qué estaba viendo, pero ella me dice que voltee. Me señala a un tipo barbudo, joven de pelo negro. Lo reconocí como Eugenio. Él observaba a su pequeño hijo montado en un carrito que daba vueltas una y otra vez, volteando hacia todos lados sin sonreír pero con una curiosidad notoria. El papá nada más lo veía. De repente llega su mujer, lo abraza y juntos siguen observando al pequeño.

La escena sinceramente me conmovió y me dejó pensando. Hay muchas incertidumbres en la vida, se puede y se vale dudar de todo. Pero creo que éso es algo a lo que aspiro, y si tengo éso podré considerarme feliz y satisfecho.

Obvio no me acerqué, éso hubiera sido de lo más raro e incómodo.

martes, 21 de septiembre de 2010

Canonicemos a las putas

Santoral del Sábado: Betty, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.

Das el placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.

Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.

Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.

En el lugar que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.

Oh puta amiga, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de ti,... todo el tiempo…


De Jaime Sabines.

domingo, 29 de agosto de 2010

En boca cerrada no entran moscas.

Con el paso del tiempo he ido aceptando mi intolerancia. Y no hago excepciones ni discrimino, mi intolerancia sustentada en mis percepciones y en mis sentimientos no distingue raza, sexo, credo ni filiación política.

Cuando la gente defiende la necesidad de socializar entendiéndolo como algo básico e indispensable, se defiende argumentando que el ser humano es un ser gregario por naturaleza. Sin embargo, existen excepciones de personas que abandonaron completamente la sociedad por convicción propia, huyendo de todo lo preestablecido.

Cuando alguien defiende su derecho de platicar de alguna cosa con otra persona, ya sea de índole personal o referente a cualquier tema que pueda existir, argumentará que es necesario hacerlo puesto que se necesitan percepciones ajenas para tener un mejor panorama sobre cualquier asunto. Sin embargo, esas mismas personas pueden pasar noches en vela repasando un problema, un dilema, una duda... hablándolo con cuantas personas sea necesario, escuchando miles de razones. Hasta escuchar la razón que los convenza y les convenga. Al final, todos queremos escuchar que no hicimos las cosas mal, que no hicimos las cosas de tan mala manera. Que teníamos razón todo el tiempo. La única percepción que vale, al final, es la propia.

Cuando la gente sale por las noches para realizar cualquier actividad recreativa, acompañado de otras personas en algún lugar, lo hace con la intención de distraerse, abandonar la rutina, despejarse de los problemas "reales", reírse, emborracharse, bailar, cantar, etc. Sin importar si al lugar al que vayan sea imposible conversar por el ruido, si la música que haya sea del agrado o melodiosa, si el alcohol como lubricante social diluye la calidad de las conversaciones y de las amistades hechas.

Qué se puede hacer cuando no quieres formar parte de este ciclo exhasperante, lleno de una rutina todavía más desquiciante que la del 9-5 cuasi obligatorio. Qué otras opciones quedan, cuando te das cuenta de que la gente te desespera, el contacto se vuelve apenas soportable alterando tu percepción por cualquier medio necesario, las conversaciones disfrutables en ocasiones.

Y es imposible de escapar de todo éso. En cualquier lado, en cualquier labor que se busque desempeñar existirá algo de contacto humano. Y no es nada personal, pero hasta el momento en contadas excepciones he encontrado personas que me impulsan a buscar ese apego. Los mismos comentarios, la misma sensación de importancia y de grandeza sustentada en espejismos autorecetados.

¿Me escapo de esos espejismos? Para ser sincero, creo que solamente a ratos.

No busco la proclamación de mis ideas. Si alguien llegara a tropezar con este "rincón" sería por buena o mala suerte. No busco generar comentarios respecto a mí, no me interesa ni me atrae. Antes bien, me da ñáñaras pensar en alguien hablando de mí.

Cuando pienso en cosas que a través del tiempo he dicho, he pensado, he hecho... muchas veces es inevitable también sentir esas ñáñaras, ese "oish" respecto a mí mismo. Me doy cuenta de que no termino de conocerme y/o de aceptarme, y no sé si algún día lo llegaré a hacer.

Antes pensaba que era "diferente" a los demás. En estos días recordaba una conversación de tiempos ancestrales (inicios de la preparatoria) en la que proclamaba mi diversidad respecto al resto de mis congéneres. "Soy diferente a los demás hombres". Cuando me preguntó por qué, no supe qué decir.

Hoy me gustaría pensar que soy diferente, pero esas diferencias se me hacen bien tristes. Casi preferiría ser igual a los demás.

domingo, 15 de agosto de 2010

Intermitencias

Ésto tiene toda la finta de haber sido uno más de mis proyectos. Inconcluso, lleno de esperanzas (no tan grandes, pero algunas) de ser algo divertido, chido, constante. Son bonitas las cosas que cuando te alejas, sabes que ahí estarán esperándote. Son constantes que te dan cierta tranquilidad y gusto de que todo puede cambiar, pero ÉSO ahí va a estar. En las buenas y en las malas y en las peores.

Son poquísimas las constantes que existen en mi vida. Algunos amigos a lo mejor, pero éso de las amistades no sé si esté sobrevaluado o demasiado idealizado. Sé perfectamente bien, y no descubrí el hilo negro, que las amistades se pierden de una manera estúpidamente fácil. No es nada difícil. Supongo que todos somos así, pero es asombrosa la manera en la que olvidamos una historia de años por un momento, por un descuido, por un error. Otra vez, el fijarnos en el punto negro en la enorme hoja blanca. Entonces vivo consciente de que a lo mejor, esa persona que ahorita está a mi lado, en un futuro no estará. Es frustrante y éso medio me empuja a no volcarme tanto en una relación por el tiempo de caducidad no escrito. Por éso, tengo pocos amigos y muchos conocidos.

Constantes que me aturden son la música, el cine, los libros, todo éso. En el sentido de que difícilmente se van a acabar esas cosas. Mientras haya humanos, o seres pensantes vamos para no ser tan antropocéntrico, existirá la música para aquéllos seres que sienten la vida en acordes, cine para los que se concentran en lo que entra por los ojos, y los libros para los que creemos que tenemos algo nuevo qué decir sobre algo que ya ha sido abordado millones de veces por otras mentes. A lo mejor más capaces que la del escribiente actual. Probablemente.

Pero dentro de esa perenne existencia, a mí hay cosas que me alejan un poco. Y más en los tiempos modernos del Internet y el nuevo Renacimiento en el que APARENTEMENTE, abundan los Da Vincis que todo saben y todo conocen. Siempre hay un nuevo grupo, con varios cds en el morral y la posibilidad de canciones buenas. Para encontrar LA canción de ese grupo, tienes que escucharlas todas para darle una justa oportunidad a las restantes. O esperar que la opinión del crítico de música concuerde con la tuya, o ajustarte a su estándar de qué es bueno y qué es malo. Y difícilmente escucharemos en las notas el esfuerzo de esa banda, la intención de crear, de decir algo nuevo, de tocar algo diferente, de ser los nuevos Beatles, o Rolling Stones, o Metallica, o el nuevo Panda si ya está muy jodido. Pero casi seguro esas intenciones existen, en mi mundo idealista no existen rockeros vendidos, al menos no de inicio y menos en condiciones semipobres. Es la esperanza de hacerla en grande, de ser escuchados, de tener sus 15 minutitos de fama lo que los impulsa. Y las viejas que vienen por añadidura, pero está de más éso.

Vamos, que la música no se hace sola. Entonces, lo justo es que si escuchas a una banda, escuches a las restantes. En inglés, en español, en italiano, en japonés si uno estuviera dispuesto a hacerlo. Y cada grupo tiene sus canciones escritas, hablando de amor, de desamor, de amistad, de fiesta, de lo que sea. Unas profundas, otras no. Unas buenas, otras malas, otras regulares, otras quién sabe. Pero hay que escucharlas. O nuevamente, depositar nuestra confianza en otra persona que es un supuesto "experto" en esas cosas, o que fríamente, le pagan por escuchar todo el día música de todos los lugares posibles, y se ha formado un "criterio" para juzgar.

Todo ésto que acabo de escribir y pensar, se aplica en cualquier campo de la creación artística. Y es bien frustrante querer saber todo, querer hacer todo, y saber que a final de cuentas, sin importar cuánto esfuerzo realices... jamás podrás cumplirlo.

Algunas personas no le dan importancia a éso y piensan: no importa, mientras escuche lo más posible estaré cumpliendo mi deseo. A mi, me paraliza y me frustra el pensar (y saber) que probablemente dejaré de lado al nuevo Mozart, al nuevo Verne, al nuevo Buñuel. O cámbienlos por sus artistas predilectos.

Vivimos en una sobrecarga de información, con demasiado material por digerir. En este caso, la constante es tan abrumadora que me llena de inquietud y de ansiedad.

Al chile.